Se acabó ser Cenicienta
A veces se necesitan charlas curativas con las amigas. Si, ese tipo de charlas en el que te desahogas y no dejas vivo a ningún ser de la tierra; una conversación en la que de repente te quitas kilos y te desinflas, incluso lloras para soltar todo lo acumulado. Te quitas esa mochila que llevabas a la espalda llena de granitos de arena y que ya pesaba demasiado.

Llegamos a varias conclusiones: que estamos hartas de muchas cosas y que, ya está bien de ser Cenicientas. Que queremos ser nosotras mismas, sentirnos guapas, elegantes. Hemos decidido dejar a la comodidad y volver a ser las chicas que éramos, con mas madurez y más años, pero esa mujer que llevamos dentro. Cuidarnos y mimarnos a nosotras mismas.
Como nos resulta muy complicado cambiar el mundo de repente, vamos a empezar por nosotras:
- Vamos a quitarnos las zapatillas de andar por casa y nos vamos a subir a unos tacones para ir aunque sea a por el pan.
- Vamos a dedicarnos 5 minutos al día para mirarnos al espejo, depilarnos las cejas, alisarnos el pelo o hacer aquello que nos apetezca.
- Vamos a poner color a nuestras mejillas aunque vayamos a quedarnos en casa.
- Vamos a hacer todo lo que sea por sentirnos bien con nosotras mismas: arreglarnos, cuidarnos... ¿si no lo hacemos nosotras, quién lo va a hacer?
- Voy a dejar de mirar a esas Súper mamás que van siempre divinas de la muerte y a mirar con orgullo mis manchas de baba, leche o cualquier cosa que mis hijos decidan echarme en la ropa porque yo también soy una Super Mamá con o sin manchas.
Prometo estrenar esos zapatos de cenicienta que me regalé ( si, me encanta hacerme regalos) y enseñaros lo bien que me quedan.
Se acabó ser siempre Cenicienta, ahora también soy mi propia Hada Madrina.